La trazabilidad, tan presente en muchos sectores económicos, también puede aplicarse a los tratamientos de implantes dentales.
En Clínica Bustillo entendemos que es un instrumento al servicio de la ética profesional y la calidad del trabajo realizado. Asimismo, puede ser de gran ayuda para la realización de futuros tratamientos.
Hoy día, todos los aspectos relacionados con la implantología dental pueden ser identificados de forma inequívoca. A la hora de llevar a cabo una intervención, el cirujano debe elegir entre una amplia disponibilidad de recursos, como el tipo de implante y sus propiedades, el material regenerativo que se aplicará al paciente para contribuir a la viabilidad de la operación en el largo plazo, el instrumental técnico o las características de la prótesis que será colocada para sustituir a los dientes perdidos.
Es un proceso de decisión importante en el que influye, por una parte, el diagnóstico que se ha efectuado. En función de las circunstancias del paciente y la técnica quirúrgica elegida, los materiales y componentes serán unos u otros. Por otro lado, es evidente que concurren factores de orden económico, ya que se intenta aplicar un tratamiento que pueda ser asumido por los pacientes y que proporcione la solución médica y estética acorde a las expectativas de la persona, pero siempre con toda la información a su alcance.
Hablamos de tratamientos complejos y costosos, sobre los que debemos conocer todos los detalles. En ese sentido, los profesionales debemos hacer el esfuerzo necesario para que los pacientes entiendan las diferentes alternativas terapéuticas y conozcan las características y el alcance de cada una de ellas.
El Carné del Paciente, un documento para la trazabilidad
De acuerdo con esta filosofía, cuyo elemento fundamental es la ética profesional, en Clínica Bustillo proporcionamos un documento en el que se recoge pormenorizadamente todos los aspectos relacionados con la intervención. Los componentes del implante y el material regenerativo disponen hoy de su propio sistema de trazabilidad, que se refleja en dicho documento. Asimismo, se deja constancia de las pruebas diagnósticas y de las técnicas aplicadas en cada caso.
¿Qué conseguimos con todo ello? En primer lugar, el carné del paciente constituye una ayuda clave en el caso de que haya que ejecutar nuevos tratamientos. Los pacientes deben saber que ninguna intervención médica es absolutamente definitiva, ya que las personas envejecemos y experimentamos cambios que pueden influir en una antigua intervención. Del mismo modo, según como hayamos llevado los protocolos de mantenimiento, pueden surgir problemas adicionales que reclaman nuevas intervenciones.
Con esto no queremos decir que se vaya a producir un fracaso del tratamiento, aspecto que, como ya hemos señalado en muchas ocasiones, depende de multiplicidad de factores. Los implantes, con los cuidados adecuados, pueden durar toda la vida, y así ocurre en más del noventa por ciento de los casos.
Sin embargo, cabe la posibilidad de que surjan problemas en otras partes de la boca y, en ese momento, la existencia de una información precisa de intervenciones previas puede ser de gran ayuda para el profesional que realice la nueva operación.
Responsabilidad médica, responsabilidad del paciente
En segundo lugar, la existencia de un proceso de trazabilidad es una muestra de responsabilidad. Del profesional, porque expone con total transparencia cómo ha efectuado su trabajo y su compromiso con el éxito del tratamiento. En Medicina, no podemos garantizar el resultado de una actuación, pero sí podemos y debemos responsabilizarnos de lo que hemos hecho.
Esta responsabilidad también alcanza al paciente. La información sobre el tratamiento le hace comprender su importancia, y la necesidad de colaborar activamente para evitar que vuelva a aparecer la patología y para que los implantes permanezcan en su boca durante muchos años. Se trata de una inversión importante, tanto en salud como desde el punto de vista económico, que conviene preservar.