Diagnóstico médico-estético como punto de partida
Antes de intervenir, es imprescindible entender qué necesita cada rostro y cómo responderá a cada técnica. Con más de 25 años de experiencia clínica, hemos desarrollado un protocolo propio en el que la evaluación médica previa es la base de todo tratamiento.
Dedicamos esta primera etapa, que denominamos Fase 0, a estudiar el caso en profundidad: escuchamos las necesidades del paciente, revisamos su historia clínica, y realizamos una exploración facial completa. Esta fase nos permite establecer un plan adaptado a cada paciente.
Fase 0: Estudio facial avanzado
Durante la evaluación inicial, realizamos una exploración detallada del rostro: analizamos la simetría, los volúmenes, la movilidad muscular, el estado de la piel y el equilibrio de las proporciones faciales. Para ello, empleamos registros fotográficos y tecnología de imagen digital de alta resolución que nos permite registrar tanto la situación estática como la dinámica del rostro.
Además, cuando el caso lo requiere, incorporamos ecografía facial con Clarius L20, una herramienta de ultrasonido de alta frecuencia que permite visualizar en tiempo real las estructuras internas del rostro, como los músculos, los vasos y los tejidos blandos.
Planificación del tratamiento
Una vez completado el estudio diagnóstico, pasamos a la fase de planificación. El primer paso consiste en diseñar un tratamiento personalizado, ajustado a las características anatómicas y objetivos del paciente.
Para ello, utilizamos simulación digital con tecnología Crisalix, que nos permite generar imágenes en 3D y 4D del rostro con los posibles resultados. Esta visualización facilita una toma de decisiones compartida y basada en expectativas realistas.
A continuación, desarrollamos un cronograma de tratamiento detallado, donde se definen las técnicas indicadas, las fases del procedimiento, los tiempos recomendados entre sesiones y las pautas pre y post tratamiento.