La correcta osteointegración de los implantes dentales en la boca del paciente es, sin duda, una de las cuestiones clave en él éxito de cualquier tratamiento. Se trata de un proceso biológico por el que los componentes del implante se funden en la masa ósea como haría un diente natural, hecho que contribuye a su supervivencia en el largo plazo.
Cuando perdemos una pieza dental, el hueso y el tejido se comportan igual que ante cualquier otra herida del cuerpo. El espacio cicatriza, pierde progresivamente la irrigación sanguínea y también desaparecen sus propiedades, hasta el punto de que el hueso se atrofia. Esta evolución influye, como hemos apuntado en otros artículos, en que se produzcan modificaciones en la estructura del rostro y comience un envejecimiento prematuro.
Adelgaza la masa ósea en anchura y altura, se mueven otras piezas dentales y, estas, tratan de suplir el trabajo de las que hemos perdido. Como consecuencia, se acelera el deterioro del conjunto de la dentadura, lo que se manifiesta en el plano funcional (masticamos y deglutimos peor, se nos estropean otros dientes, se ensanchan los huecos interdentales) y estético (aparición de la papada, curvatura de la nariz, estrechamiento de los labios, arrugas de expresión).
La solución incompleta de las prótesis removibles
Todas estas manifestaciones solo se resuelven en parte con las prótesis removibles. Recuperamos cierta capacidad de masticación, pero el hueso y los tejidos de la boca siguen perdiendo propiedades. Además, a la larga, tenemos problemas para sujetar estas prótesis, que nos producen heridas y molestias.
Por el contrario, la colocación de implantes sí puede revertir esta espiral de envejecimiento precoz. La razón principal es que el conjunto del implante dental se comporta como un diente natural. El ápice del implante, que es la parte más parecida a la raíz de un diente, penetra en el hueso y ayuda a que este recupere su vitalidad. Dicho ápice, fabricado principalmente en titanio, tiene una gran biocompatibilidad con el hueso.
Antes de insertarlo, el cirujano debe comprobar que la masa ósea existente es capaz de soportar el implante de manera estable. Para ello existen diferentes tipos de implantes que se adaptan a las características del paciente, o bien se practican una dinámica previa de adición de hueso (mediante materiales o a través de injertos de otras zonas del cuerpo) para asegurarse de que posee las propiedades adecuadas.
Anticipar la presión mecánica del implante
La inserción del implante ha de realizarse con extremo cuidado, anticipando qué presión mecánica va a soportar en el futuro, puesto que no debemos olvidar que la boca asume enormes cargas. El objetivo clave de la colocación es lograr la estabilidad primaria, es decir, que el implante sea capaz de comportarse de inmediato como un diente natural. Hace años, el logro de dicha estabilidad se conseguía tras un período de cicatrización, hasta que se colocaba la corona definitiva.
Actualmente, trabajamos con la filosofía de colocar todos los elementos implantarios y la propia corona (el equivalente a la pieza dental) en un mismo acto quirúrgico. Con ello evitamos varias sesiones de tratamiento, minimizamos el riesgo de infecciones y, sobre todo, favorecemos el bienestar del paciente, que puede volver a su vida normal de inmediato. En ocasiones, esta dinámica no es posible y hay que alargar los tiempos de intervención, pero cada vez son más los casos de operaciones de carga inmediata o, como se dice popularmente, de implantes en el día.
Por otro lado, el tratamiento ha de tener en cuenta la necesidad de una revisión y limpieza periódica de los implantes, tarea que solo se puede hacer en la clínica. El paciente tiene que responsabilizarse de la higiene diaria, pero debe acudir periódicamente para que se desmonte la corona y las partes superiores del implante y se sometan a una limpieza especial.
Si el implante está correctamente osteointegrado, podrá durar toda la vida. La higienización y el control son necesarios como cualquier otra revisión bucodental pero, en conjunto, la cavidad bucal se mantendrá vital y en óptimas condiciones para comer, vivir y sonreír.