Con la tecnología 3D, la implantología ha podido avanzar enormemente. Se han desarrollado sistemas de cirugía asistida por ordenador, que se han podido aplicar a la implantología dental. Gracias a ello, los especialistas en implantes dentales podemos ser más ambiciosos en cuanto a los objetivos estéticos y funcionales de nuestros tratamientos.
Por ejemplo, podemos planificar de manera precisa en cualquier momento del proceso, incluso cuando surgen dudas intraoperatorias. Somos capaces de transferir la planificación a la cirugía, con un margen de error mínimo, lo que permite llevar a cabo intervenciones complejas en tiempos más reducidos y con un impacto postoperatorio mínimo.
Para lograr el éxito en implantología resulta esencial la colocación exacta de los implantes, especialmente en aquellos casos en los que los pacientes presentan problemas de hueso o exigencias estéticas elevadas. Por ello, se ha instaurado una nueva filosofía en la que es clave reducir las distorsiones de los métodos de diagnóstico convencionales y los inconvenientes de una planificación tradicional. Esto se logra con una combinación de la cirugía guiada con la planificación estética facial y dental integral.
Número y disposición de los implantes
El paciente debe conocer que para su cantidad de hueso, encía y problemas estéticos, existe un número y una disposición idóneos de implantes. Antes de centrar la atención en los dientes, es necesario evaluar los elementos que forman la composición facial. El examen lateral y frontal del paciente, incluido el análisis de la posición de los ojos, nariz, barbilla y labios, permite la identificación de los puntos y de las líneas de referencia que son imprescindibles en la rehabilitación estética.
En una cara armoniosa se pueden reconocer ciertas líneas que unidas crean una especie de geometría regular. Sin embargo, la presencia de diferencias moderadas o de irregularidades leves no compromete el resultado estético final y puede incluso proporcionar un aspecto naturalmente agradable. Las indicaciones proporcionadas por los labios del paciente y su perfil pueden sugerir la forma y el tamaño ideales de los dientes anteriores.
Si consideramos la sonrisa, una sonrisa agradable se puede definir como aquella que exponga totalmente los dientes superiores, junto con 1-3mm, aproximadamente, de encía rosa. También la anchura de la sonrisa es un criterio importante. El clínico es quien debe valorar las dimensiones del pasillo labial lateral y variar en caso de necesidad las inclinaciones de los ejes de los dientes.
Otros aspectos que confluyen en la estética facial son, por ejemplo, la fonética. Es una función que se ve fuertemente influida por la relación entre los dientes, los labios y la lengua, pero que también se puede ver afectada por la presencia de prótesis inadecuadas. La pronunciación de los sonidos m,e,f,v,s, es una ayuda valiosa para tener en cuenta al planificar el tratamiento protésico junto con las técnicas digitales.
La salud de los tejidos blandos
Igualmente, otro apartado relevante al planificar digitalmente la restauración de la boca es que hay que considerar la salud de los tejidos blandos (encías) a la hora de establecer el tipo de implante más adecuado. O también, el estado del hueso, que nos permitirá determinar la fijación más adecuada y si existe la opción de un procedimiento de implantes inmediatos.
Como es sabido, en el mercado existe cada una mayor variedad y calidad de implantes. Según sus características de diseño y materiales, contribuirá en mayor o menor medida a un resultado estético más preciso, a la cicatrización de los tejidos o a la estabilidad y duración a largo plazo. La suma de máxima calidad material y una planificación digital correcta es la que presenta más posibilidades de lograr una estética dentofacial excelente, acorde a la fisonomía del paciente.
No obstante, hay ocasiones en que no es necesario incurrir en los costes de una intervención con planificación digital y cirugía guiada y mínimamente invasiva. Se puede recurrir a otras técnicas más convencionales y obtener igualmente el resultado óptimo para las circunstancias particulares de un paciente. El secreto está en realizar un buen diagnóstico, mostrar a la persona las posibilidades terapéuticas y ayudarle a decidir de forma adecuada sobre el tratamiento.