Educación y prevención en la salud dental

Hay una cuestión que cada vez tiene más importancia en el mundo desarrollado. ¿Hasta qué punto somos responsables de nuestra propia salud? Debemos decir que cada vez en mayor grado.

Parece evidente que los avances en la medicina y el conocimiento de las enfermedades está demostrando que los hábitos de las personas tienen algo que ver en la aparición de determinadas patologías. Con un estilo de vida equilibrado y concienciación sobre qué beneficia o perjudica a nuestro cuerpo, podemos contribuir a evitar o retrasar la llegada de muchas enfermedades.

Uno de los ejemplos más claros del valor de esta mentalidad responsable, cuya conquista depende en gran medida de la educación sanitaria de los ciudadanos, está en la salud bucal.

Sabemos que la dentadura se degrada con el paso del tiempo de forma inevitable, pero también somos conscientes de que los hábitos de higiene, alimentación y otras conductas (consumo de alcohol, tabaquismo) influyen enormemente en la evolución de la boca.

A pesar de las campañas, de los consejos de los diferentes profesionales ya las prescripciones en consulta, no son pocas las personas cuyas escasas costumbres higiénicas les llevan a perder piezas dentales en cascada y a enfrentarse a complejas y costosas restauraciones, que en parte podrían haberse evitado con una conducta más responsable.

Por desgracia, como recientemente ha apuntado un estudio internacional, España es de los países con una salud bucal más pobre, y es que casi el 40 por ciento de las personas no acude con regularidad a su odontólogo.

En la especialidad que trabajamos en Clínica Bustillo, los implantes dentales, el compromiso del paciente debe ser incluso mayor. Los implantes requieren más cuidados que los dientes propios. A veces nos con pacientes que no se enmiendan después de haberse colocado varios implantes, desde la creencia de que estos se conservan por sí solos, como una maquinaria autónoma.

En nuestro centro mantenemos un protocolo de mantenimiento de implantes que vela por su adecuada conservación, con revisiones periódicas y protocolos regenerativos, para asegurar que cumplen su función y no causan efectos indeseados en los pacientes.

En este protocolo incidimos mucho en el papel activo del paciente en el cuidado. Si no se implica en los hábitos de higiene diaria y evita costumbres nocivas como el tabaquismo o el exceso de alimentos perjudiciales para los dientes, tarde o temprano sufrirá nuevas enfermedades en su boca. Entre otras indicaciones, cabe señalar las siguientes:

  • Utilización diaria de hilo dental, con lo que se intenta evitar la formación de placa bacteriana en el espacio entre dientes.
  • Uso diario del cepillo, que puede ser manual o eléctrico. La cuestión es que el cepillado se haga correctamente. Además, se pueden usar cepillos especiales para los espacios interproximaleS.
  • Utilización periódica del irrigador bucal, un aparato doméstico similar a que existe en las clínicas dentales, que lanza agua a presión sobre los dientes y contribuye a mejorar la limpieza.
  • Realización de enjuagues con clorhexidina o aceites esenciales, que tienen una función antiséptica y ayudan a evitar infecciones o inflamaciones.
  • Control personal de la placa bacteriana mediante la aplicación de eritrosina, una sustancia que tinta los dientes y nos permite ver las zonas de la boca más afectadas.

Como vemos, se trata de concienciar a los pacientes de que son ellos los primeros responsables de su salud bucal y los grandes beneficiados. Un cuidado regular de su boca les ayudará a retrasar la pérdida de otras piezas dentales y contribuirá a mantener su salud. Tengamos en cuenta que la boca es uno de los espacios más expuestos del organismo a los agentes externos.