Consecuencias de la enfermedad periodontal

Enfermedad periodontal

La enfermedad periodontal es una de las causas principales de la pérdida de masa ósea en los maxilares, lo que nos obliga a intervenir a los cirujanos maxilofaciales.

Salvo excepciones, se trata de una patología que afecta a muchas personas de mediana edad con mayor o menor gravedad y que tiene su origen en una pobre higiene oral. Es decir, su gestación y evolución posterior dependen mucho de los hábitos de los pacientes. A menudo, sobre todo hasta que superan los treinta años, piensan equivocadamente que su dentadura es indestructible.

Nada más lejos de la realidad. Los profesionales estamos comprobando cada día que surgen problemas dentales a edades muy tempranas, debidos en gran medida a una alimentación inadecuada y a la falta de limpieza en la boca. Si tales hábitos no se corrigen, además del deterioro de los dientes por la caries, aparece la enfermedad periodontal .

Esta dolencia consiste en una infección de las encías que puede llegar a convertirse en crónica, y que pasa por diferentes etapas. Primero se manifiesta solo en una inflamación, pero si no se corrige, deriva en la destrucción de los tejidos de la boca, el hueso y la pérdida consiguiente de las piezas dentales. A través de la implantología y las reconstrucciones óseas, los especialistas en cirugía oral y maxilofacial tratamos de resolver un problema que en muchos casos podía haberse evitado.

La enfermedad periodontal tiene su raíz en las bacterias que forman la placa o el sarro alrededor de los dientes. La aparición de sarro es casi inevitable porque nuestra boca es un órgano absolutamente expuesto a los agentes externos. Sin embargo, su presencia se puede erradicar con una limpieza diaria de la cavidad bucal (con cepillado e hilo dental) y con las visitas periódicas a nuestro dentista, que nos ayudará a eliminar los focos bacterianos que se nos resisten.

Estas pautas, tan sencillas, se olvidan o se dejan de lado, como bien cuentan los pacientes que han protagonizado un vídeo divulgativo de la Federación Europea de Periodontología.

Todo empieza por una ligera inflamación de las encías (gingivitis), que con el tiempo se transforma en un síntoma permanente. A continuación, sangran las encías al cepillarnos, se empieza a sufrir de mal aliento, duele al morder y, según avanza la infección, es imposible comer alimentos duros. Las encías se retraen y algunas piezas dentales se mueven.
En ese momento, si no se adoptan medidas urgentes en las que ya debe intervenir el odontólogo, llega la  pérdida de dientes y cualquier acción con la boca se convierte en un tormento.

En determinadas fases de la evolución de la enfermedad ya no solo tiene que actuar el dentista, sino también el cirujano. Hay que sustituir las piezas perdidas por implantes, e incluso, se debe reconstruir la masa ósea porque los pacientes han perdido hueso y su cavidad buscal no acepta un implante convencional. Y en el caso de que la patología inicial haya estado muy avanzada, a veces nos encontramos con una enfermedad adicional, la periimplantitis, causada por las dificultades que la boca del paciente presenta para integrar las nuevas piezas.

El escenario grave que hemos descrito resulta más habitual de lo que nos pensamos. Es importante que tomemos como causa propia la prevención, que pasa  por la higiene bucal adecuada y la visita regular al dentista. Las consecuencias de no asumir con naturalidad estos hábitos causan grandes perjuicios para la salud (puesto que además de los dientes, pueden tener efectos adversos en otras partes del organismo) y supondrán también afrontar un tratamiento complejo y costoso.